CON EL PASO
DEL TIEMPO Y TRAS COMPROBAR QUE EL COP ASTURIAS ORGANIZO UN ACTO SOBRE COACHING
(COLABORANDO CON UNA ENTIDAD AJENA A LA PSICOLOGÍA: Federacion
Internacional de Coaching)…LE ENVIAMOS OTRA CARTA-MAIL
Distinguido/a Sr./Sra.
Ramón Jesús Vilalta Suárez (COP Asturias,
Oviedo)
Nos dirigimos a usted como máximo
responsable de la gestión y las decisiones que se toman en su colegio y, en ese
sentido, desgraciadamente, nos ha sorprendido; al habernos manifestado
abiertamente su preocupación por el tema “coaching” y los efectos que sobre la
disciplina y los profesionales de la psicología esta generando; que el colegio
que usted dirige; no sólo no lleve a cabo acciones que defiendan nuestra
disciplina contra ese tipo de movimientos (que esta dañando y perjudicando la
imagen que tanto ha costado conseguir por parte de la psicología) si no que,
por el contrario, colabore activamente con él, dando publicidad a un acto
estrictamente ajeno a la psicología.
Sentimos que esa sea la política con la que usted
gestiona este tipo de temas y esperamos que sea usted consciente de que este
tipo de actuaciones perjudica al colectivo de psicólogos que usted representa y
a la propia psicología.
Agradeceríamos nos pudiese explicar los motivos que le
han llevado a actuar de esta forma.
Atentamente.
Plataforma Defensa Psicología
ESTA FUE LA
CONTESTACIÓN QUE OBTUVIMOS:
Estimados Señores:
Para poder ofrecerles más explicaciones sería importante que su carta
adjuntara al menos el nombre de una persona a la que poder dirigirme y que en
ella se articulara dialécticamente en qué he cometido la supuesta contradicción
que ustedes me achacan.
Advierto una contradicción en su discurso, pues consideraban al coaching
como técnica estrictamente psicológica: "el coaching
es única y exclusivamente psicología" -algo que comparto con ustedes casi al 100%- pero ahora parece que la
entienden como algo "estrictamente ajeno a la Psicología".
Por ello, tengo el deber de reiterarles que desde la Junta de Gobierno de
este Colegio compartimos su preocupación por el tema que nos exponen, que no
consideramos ajeno a la Psicología ni a los psicólogos.
Atentamente.
Ramón J. Vilalta Suárez
Decano del COPPA
A LO QUE
NOSOTROS CONTESTAMOS:
Distinguido Sr.
Ramón J. Vilalta Suárez
Decano COP Asturias
Nos va a permitir que para que pueda entender nuestra
postura en relación a este tema le adjuntemos un archivo que, uno de los
miembros de la plataforma hizo hace ya bastantes años denunciando la situación
y que gustosamente nos ha dado su permiso para utilizarlo en casos como el que
nos ocupa, y; dada la situación presente, sigue teniendo una vigencia muy
actual.
Como ya le comentamos en el primer escrito que le
enviamos : "El hecho es que el “coaching” es única y exclusivamente
psicología. Consiste en hacer asesoramiento psicológico en cualquiera de los
ámbitos del rendimiento, la mejora personal, la gestión de recursos humanos de
cualquier tipo; e incluso en el ámbito de la salud. Los anglosajones, por
cierto, siempre lo habían denominado “counselling”."
Por tanto, coaching es psicología pero Psicología es más
que Coaching.
Precisamente por este motivo nos sorprendió que el COP
que usted gestiona y dirige diese publicidad de un acto organizado por un
organismo (Federacion Internacional de Coaching) que no sólo no tiene nada que
ver con la Psicología, si no que como le hemos comentado, resulta que podría
ser considerado intrusismo para la Psicología y creemos esta perjudicando
en muchos ámbitos la imagen de la propia Psicología.
Atentamente
Plataforma Defensa Psicología
Y LE
ADJUNTAMOS EL ESCRITO:
Coaching una manera fascinante de
hacer psicología sin ser psicologo
LA PSICOLOGIA FUENTE INCESANTE DE INSPIRACION PARA AQUELLOS QUE
QUIERAN GANARSE LA VIDA CON LAS PREOCUPACIONES DE LOS DEMAS".
El
asesor personal tiene un rol profesional que muchas personas de diversa
formación aspiran a retener. Sin embargo, la comprensión que estas personas
tienen de la psicología, acostumbra a estar sesgada en función de sus
intereses, que como tales pueden ser legítimos, pero quedando muy lejos del
objeto de estudio de la psicología.
Las
pretensiones explicativas, que cualquier ciencia debe tener, respecto a los
aspectos funcionales de la realidad que le son propios, quedan en la psicología
lamentablemente cada vez más lejos de la aplicación. Así algunas personas creen
que la prioridad de aplicación de la psicología es exclusivamente la resolución
de problemas.
De este
modo, estas personas pueden asignarse un terreno de intervención alejado del
"problem solving", mientras practican un triple juego poco limpio con
la psicología:
1.
Por un lado utilizan toda clase
de elementos del conocimiento que son propios de la psicología.
2.
Por otro lado niegan estar
haciendo psicología aplicada.
3.
Finalmente, pretenden restringir el
papel de intervención de la ciencia psicológica a la casuística patológica y a
los procesos implicados en la misma.
El “coaching” i la “filosofía
práctica” son un par de ejemplos de pretendidas disciplinas a las que se
suscriben una nueva estirpe de consejeros del alma.
ENTRENADORES PARA CASI TODO
Desde mi punto de vista la explosión
del “coaching” fuera del ámbito deportivo tiene cierta similitud con la
expansión que experimentó la psicología del deporte en España, en el transcurso
de los años inmediatamente previos a 1992. La proximidad de unos Juegos
Olímpicos focalizó muchas inversiones en el deporte. Al mismo tiempo, el propio
deporte adquirió, como concepto, un valor, que incluso podríamos considerar
exagerado si lo comparamos con la atención social que tradicionalmente había
recibido. De hecho, al transcurrir los años, cabe considerar si aquel auge de
la psicología del deporte, no fue en realidad más que un aumento en la oferta
de psicólogos que pretendían dedicarse al campo del deporte. Siendo justos y
rigurosos, los Juegos de Barcelona’92 comportaron la creación de estructuras
organizativas a diferentes niveles que, al fin y al cabo permitieron un aumento
en la implantación de ciertos profesionales en el ámbito deportivo; y entre
estos por supuesto, los psicólogos.
Así mismo muchas de las personas, que
en aquel momento vieron la oportunidad de progresar personalmente y
profesionalmente en la práctica de la psicología, cayeron en la trampa de
pretender dar satisfacción a la demanda del mercado; la cual era entonces como
ahora, lograr el éxito deportivo.
Como resulta obvio, el psicólogo en
su papel de formador, ya sea como consultor, asesor o entrenador, nunca puede
implicarse directamente en el logro de un objetivo de resultado. La razón,
también obvia, es que la obtención de un resultado en cualquier ámbito del
rendimiento humano depende de una multiplicidad de factores de índole muy
distinta, algunos de los cuales el psicólogo no controla o incluso desconoce.
Con el paso del tiempo, las
inversiones en el mundo del deporte se retrajeron y la utilidad del psicólogo
del deporte empezó a ser considerada con mayor realismo. El psicólogo no era la
solución directa a los problemas de falta de rendimiento. Además, muchos
profesionales con experiencia, provinentes de otras ramas de la psicología no
consiguieron penetrar en el lenguaje y en la forma de entender la realidad de
aquellos que son los protagonistas en ese mundo: Los deportistas y los
entrenadores.
Hoy en día, como siempre, la
psicología como ciencia busca nuevos campos de desarrollo; pero como actividad
profesional lo que busca son nuevos mercados hacia donde expandirse. La
expansión en dirección al mundo de la empresa no es nueva. Los climas
laborales, los procesos de selección de personal y de “head hunting” y, en
definitiva, la gestión de los recursos humanos, son tópicos de la psicología
aplicada al trabajo y a las organizaciones empresariales.
Aún así, después que los psicólogos
accedieran a las empresas como proveedores de servicios de gestión, ha
aparecido la tendencia a llegar hasta el nivel personal de los propios
empresarios, administradores y cargos con decisión ejecutiva. Ofrecer servicios
de asesoramiento psicológico personal sobre este nuevo tipo de público diana
reclamaba, por parte de los psicólogos, una operación de marketing adecuada.
Una operación que permitiera maquillar la imagen de la psicología de sus
estigmas populares en relación a la salud mental.
Para el cliente individual la imagen
de la psicología sigue estando vinculada a la psicopatología y a los trastornos
mentales de algún tipo. Ir al psicólogo, en general, no es una nota de
prestigio social, tal como aparece en algunas películas. Al contrario, ir al
psicólogo continua suponiendo un
prejuicio en el sentido de no ser suficientemente capaz de resolver los propios
problemas. ¡Sin embargo ir al “coach”, eso ya es otra cosa!.
El “coach” personal es un asesor
enfocado hacia la optimización de aspectos relacionados con la productividad y
el rendimiento personal, como por ejemplo, la toma de decisiones y el manejo del
estrés derivado de las situaciones laborales. Así, acudir a un “coach” no sólo
puede ser algo socialmente más aceptable, si no que puede ser muy recomendable;
¡y quien sabe si incluso un gasto justificable con cargo al presupuesto de la
empresa destinado a formación!.
En cierto modo, los psicólogos como
profesionales hemos dado otro paso. Ahora algunas personas con cierta
relevancia social e influencia, por motivo de los cargos que ostentan, ya
“reconocen” que tener problemas es algo normal; e incluso lo es el no saber
como afrontarlos todos sin ayuda o formación específica. Es la psicología de la
normalidad, la cual por cierto, siempre ha existido.
Observemos otro detalle alrededor del
estigma “paramédico” o “parapsiquiátrico” de la psicología. ¿Es que acaso el
psicoterapeuta clínico no actúa como un coach con sus pacientes?. Que yo sepa,
los psicoterapeutas no proporcionan a sus pacientes principios activos para el
cambio de sus conductas que estén desvinculados de las decisiones conscientes
del propio paciente. ¿Cómo se puede “administrar” un principio activo
psicoterapéutico sin contar con la colaboración del paciente?. Los únicos
principios activos que se proporcionan a los pacientes psicopatológicos,
capaces de operar cambios sin contar con la decisión consciente de los
pacientes, son los psicofármacos; y como es bien sabido, los que los
proporcionan son los médicos, preferentemente especializados en psiquiatría.
Así puestos, los psicoterapeutas, al
fin y al cabo no hacen si no entrenar a sus pacientes en la adquisición o
modificación de los recursos, ya sean de tipo evaluativo o de afrontamiento, de
las situaciones conflictivas.
Pero volvamos a la empresa. El
“coaching” no es más que psicología aplicada a una demanda más o menos
estructurada, que no es poco. La esencia, los fundamentos y los paradigmas
funcionales que utiliza son los de la psicología; y la apariencia específica de
sus procedimientos sólo viene dada por un par de aspectos, los cuales, eso si,
son importantes para conseguir la penetración en el mercado, aunque a la postre
irrelevantes para su comprensión como disciplina:
· La
adaptación del lenguaje al cliente potencial. Un lenguaje muy nutrido de
conceptos provinentes de la economía, el marketing, la publicidad, las
relaciones laborales, el derecho, etc.
· La
“pretendida” adaptación de los procedimientos de trabajo y de los niveles de
intervención en función de las posibilidades del cliente y el tipo de demanda.
Así mismo, el “coaching” como,
digamos “movimiento profesional” ha tenido especial cuidado en no prometer
resultados como producto de su intervención, en términos de por ejemplo,
productividad empresarial. Un error que, como ya se ha comentado, si cometieron
algunos psicólogos del deporte hará unos diecisiete años. El “coaching” vende
los beneficios del “crecimiento personal” y por ello propone un modelo de
intervención aparentemente no directivo, basado en el diálogo socrático y en el
autodescubrimiento inducido por el coach. Es decir, formas de trabajo tan
antiguas como el Partenon y mil veces utilizadas por psicólogos dedicados a
todos los ámbitos de aplicación de la psicología posibles, desde el deporte a
la clínica.
Todo ello ofrece un aspecto bastante
curioso, dado el contraste entre la profusión de términos empresariales y de
anglicismos asociados al mundo de la economía y la empresa, chocando con
mensajes propios de la reestructuración cognitiva de creencias desadaptativas y
con metáforas de la lógica estratégica. Es como vender procedimientos de
trabajo sin plazos ni objetivos operativos en mitad del huracán de la demanda
permanente de resultados del mercado. De hecho, con perdón por la caricatura,
me parece estar viendo a Sócrates deambulando con su túnica hecha harapos,
asesorando a los inversores de Wall Street.
Lo que yo me pregunto es: Si lo que
se está vendiendo en definitiva es psicología, tanto del ámbito educativo como
de la salud; ¿por qué no se presenta con la firme intención de “hacer”
psicología?. ¿Por qué no se presenta bajo formas de trabajo, que aunque estén
más o menos adaptadas al entorno, acontecen de forma clara y directa desde los
principios básicos de la psicología?. Quizás así, de paso, podríamos llamar a
las cosas por su nombre, o al menos por un nombre que resulte inteligible. Por
ejemplo, llamar “objetivos” a los objetivos y “estrés al estrés”, utilizando
conceptos amplios y de la comprensión general de casi todo el mundo, como
“afrontamiento”, “concentración”, “creencias”, “cohesión de equipo”, etc.
La psicología ha tenido una historia
fulgurante, si la comparamos con la mayoría de disciplinas científicas, pero su
consolidación como ciencia básica aún no es entendida por muchos sectores
científicos. Simplificando enormemente la cuestión, esto es debido a que cada
nueva escuela de psicología, casi cada psicólogo, ha pretendido reinventar un
nuevo lenguaje adecuado a un nuevo modelo explicativo de la conducta global de
los individuos, o al menos de parte de ésta. Por ejemplo, sólo hay que ver como
se define diferenciadamente aquello que llamamos “motivación”, “compromiso”,
“pulsión”, “drive”, etc.
Una lista de casi sinónimos que frecuentemente
adquieren un sentido figurado dentro de un modelo explicativo de la realidad.
Un fenómeno especialmente propio de las tendencias cognitivas y mentalistas que
acaba provocando que la realidad sea sustituida por la metáfora del modelo que
pretende explicarla. Una suerte de perversión del lenguaje que nos acaba
remitiendo a una comprensión sobrenatural de la realidad; tendiendo a crear más
mitos antes que conocimiento científicamente válido.
Claro que, cuando de lo que se trata
no es dar lugar a conocimiento científicamente válido, si no dar lugar a
productos que se adapten al mercado (cosa que hay que decir que es
perfectamente legítima) entonces no hace falta si no inventar conceptos,
estructuras y juegos de artificio que nos confieran una apariencia de
especificidad, de novedad y de valor añadido al producto. ¿Cómo, si no, se
podrían vender con sello de exclusividad obviedades como las siguientes?: “Un equipo es una creación consciente de personas comprometidas
con una meta específica".
¡Evidentemente que lo es!. Pero
quizás deberíamos preguntarnos si esta es la mejor manera de definirlo. ¿Qué
significa que es una creación?. ¿No sería, más bien una estructura o una forma
básica de organización humana?. ¿Por qué se fundamenta la existencia del equipo
en el hecho de que sea consciente?. ¿Pueden diferentes personas actuar como
equipo sin tener conciencia de tal equipo?. Quisiera advertir que, aunque la
toma de conciencia es un elemento clave entre los principios activos de la
intervención psicológica, desde un punto de vista de manejo de contingencias (o
si se quiere más conductista), lo que se pretende normalmente es que la
conducta sea la “propia de un equipo”. Y para ello no es necesario justificar
la necesidad de “construir conscientemente” este tipo de organización. Así lo
hacen, por ejemplo, los grandes entrenadores de equipos deportivos. Su gente es
un equipo por que funciona con arreglo a los estandars de un equipo; no por el
hecho de que se consideren a sí mismos un equipo. De hecho, ni que decir tiene
que son muchos los grupos que “se consideran conscientemente un equipo” aunque
su actuación queda muy lejos de ser la propia de un equipo.
Pero claro, resulta mucho más
encantador el lenguaje turbio de las “creaciones conscientes” y otras figuras
retóricas que permiten un halo de ambigüedad y; ¿por qué no?, de mística. Muy
adecuado, si lo que vendemos es precisamente “el encanto” de los conceptos, de
la misma manera como lo hace un spot televisivo de colonia.
De todos modos, personalmente, no
tendría ningún inconveniente en que se hicieran las cosas de este modo, si no
fuera por el pequeño detalle de que lo que se está vendiendo, o es
psicología pura y dura bajo otro nombre, o es “algo” que pretende relevar a la
psicología de parte de su rol social y de su lugar en el mercado laboral. Y lo
que es más grave, pretende hacerlo sin el más mínimo indicio de rigor ni
consideración hacia la posición del conocimiento científicamente validado.
Como es lógico, para hacer algo así,
conviene desmarcarse de la imagen de la psicología; y muy especialmente de la
cuotas éticas a las que está sujeta la ciencia. Para hacer algo así hay que ser
“coach” o “asesor filosófico” o cualquier otra cosa que nos permita practicar
la psicología aplicada prescindiendo de las ataduras deontológicas y, si fuera
necesario, sin estar titulado en psicología.
Por lo tanto, y a tenor de todo ello,
parece claro que la tendencia a “inventar psicologías” persiste hoy en día;
pero quizás ya no movida como antaño por la voluntad de conocimiento, si no por
la necesidad de crear tecnología que se pueda colocar en el mercado.
Ningún modelo explicativo de la
realidad surgirá jamás del “coaching”, de la misma forma que no surgirá de la
psicología del deporte, por la sencilla razón que, los paradigmas fundamentales
de la psicología, las variables que afectan a los seres vivos en ese nivel de
la conducta, son los mismos, con independencia de donde esos seres vivos
desarrollen su historia de relación con el entorno. Es por ello que afirmamos
que la psicología es una ciencia básica, los principios de la cual son
aplicables a la educación de niños discapacitados, a la organización de módulos
de aprendizaje, al alivio de los trastornos emocionales, a la facilitación del
rendimiento de personas u organizaciones
y a un largo etc.
En definitiva, para ejercer de
“coach” es necesario conocer y entender los paradigmas y modelos teóricos
básicos de la psicología. Esto es lo que permitirá al profesional llevar a cabo
una práctica suficientemente ecléctica y adaptada al ámbito de aplicación, en
el lenguaje y los procedimientos, a
favor de la eficacia de su intervención.
Este conocimiento se adquiere,
probablemente no de manera suficiente, pero inexcusablemente mediante la
obtención del grado de licenciatura en psicología. De otra manera el “coaching”
queda reducido a un producto de impacto, un poco esnob, consistente en hacer de
psicólogo sin serlo. Tengo entendido que a esto se le denomina intrusismo.
Sin duda alguna mis argumentos
parecerán corporativistas, lo cual puede ser debido con toda probabilidad a que
son corporativistas. ¿Cómo podría ser de otra manera cuando estamos hablando de
personas que intervienen con la pretensión de ayudar a resolver problemas
(mayoritariamente de rendimiento personal, laboral y empresarial), bajo
premisas como las siguientes?. Por ejemplo: “Aprender consiste en una reformulación de que es lo que hay que
aprender para recuperar la alegría, gratitud y paz.”[1][1]
Quizás estaríamos de acuerdo en el
hecho que, tan aprendizaje es el que está referido a la adquisición de
recursos, como el que está referido a cambios en la perspectiva cognitiva con
que evaluamos las situaciones. Ahora bien, tomar el concepto “aprendizaje”, el
cual resume la esencia misma de la psicología como nivel funcional
cualitativamente diferenciado de la conducta física o fisiológica (la
psicología es aprendizaje); y reducirlo a una “reformulación” (concepto difuso
sin potencia explicativa alguna), para lograr estados finalistas consistentes en "alegria, gratitud y
paz". Esto se puede calificar de doctrina en el peor de los casos, o de
buenos deseos en el mejor, pero en ningún caso de aplicación del conocimiento
científico.
Por cierto, retomando brevemente los
aspectos corporativos; la formación de un “coach” tiene que estar certificada
por algún tipo de academia de “coaching”, la cual tendría que ser
preferentemente americana, por aquello que decíamos del “encanto” del producto.
Veamos la formación que los “coaches” afirman que deben tener y como definen su
rol profesional: “¿Cómo aprenden los
“coach”?. Leyendo libros de otras disciplinas como filosofía, espiritualidad,
cosmología, ciencia, negocios, literatura de diferentes culturas para evitar la
trampa de leer sólo sobre coaching. El coach se constituye en un observador
continuamente deslumbrado ante el misterio y la magia que el universo y la vida
revelan”[2][2].
¡Sobran comentarios!.
Hagamos ahora un ejercicio de
imaginación y pensemos en lo que representaría la aparición en el mercado
laboral del “biocoach”. Una nueva figura destinada a asesorar a individuos,
empresas o familias sobre como afrontar las decisiones relativas a la salud. El
“biocoach” pertinentemente formado por la correspondiente “academia americana
de biocoaching” y con su diploma bajo el brazo, se permitirá atender a sus
clientes asesorándolos para que, por supuesto, tomen sus propias decisiones en
materia de salud. Por ejemplo: ¿Con que especialista médico debería tratar mi
problema, con el endocrino, el experto en nutrición o el psiquiatra?; ¿me sale
realmente a cuenta operarme de mi dolencia?; ¿debo vacunarme de la gripe este
año?; ¿qué previsiones anuncian los datos epidemiológicos para este otoño?...
Quizás este ejemplo pueda parecer
ridículo, pero seguramente al Colegio Oficial de Médicos, encargado de velar
por los intereses de la profesión le parecerá algo más que ridículo. Bien, pues
esto es el coaching a la psicología.
A LO QUE
OBTUVIMOS COMO RESPUESTA:
Estimados Sres.:
Siguen Uds. sin firmar sus escritos, entre tanto no se molesten en enviarme
más mensajes. Por cierto, tampoco sabemos de quién es el escrito que Ud.
adjunta.
Un cordial saludo.
Ramón J. Vilalta Suárez
Decano del COPPA
ESTA Y ESTA
FUE NUESTRA RESPUESTA:
Sr. Ramon Vilalta
Decano COP Asturias
Con todos nuestros respetos hacia su persona, debemos comunicarle que
todos los escritos que le hemos enviado han sido firmados, puesto que como
podrá comprobar en todos ellos la autoría de los mismos es de la Plataforma en
Defensa de la Psicología y, en ese sentido, el origen y desarrollo de cualquier
plataforma tiene como fuente inicial no tener personalismos.
De igual forma, el artículo que le adjuntamos es tal como el autor lo hizo
llegar, en su momento inicial, a diferentes personas advirtiendo, en
aquellos momentos de ese peligro para la psicología.
Dicho lo cual, sentimos que usted considere más importante quién o
quienes somos o quien es el autor del artículo más que el contenido del tema
que nos ocupa porque esa debería ser la máxima preocupación (que es la
nuestra), dado que como le hemos ido comunicando, usted, dado el cargo que
ocupa, al igual que el resto de los decanos, deberían gestionar ese tema para
defender nuestra profesión.
Atentamente.

Plataforma Defensa Psicología
Y ATENTOS
PORQUE SEGUIREMOS COLGANDO INFORMACIÓN!